Viviendas. Vivienda en Villar del Monte, Truchas, León.
Villar del Monte es un pequeño pueblo de la Cabrera Alta perteneciente al municipio de Truchas, en el suroeste de la provincia de León. El clima de la comarca se caracteriza por unos inviernos fríos, con heladas y abundantes precipitaciones de agua y nieve. Sus veranos son cortos, secos y de suaves temperaturas, con una media de 21ºC y unas máximas de 30ºC. Por sus alrededores corren varios arroyos producto de las lluvias o del deshielo primaveral que desembocan en el río Eria, afluente del Órbigo, en la cuenca del Duero. La comarca está enmarcada en los Montes de León y su relieve es muy irregular. El pueblo está a 1.100 m de altitud, en la vertiente norte de unos montes cuyas cumbres, de alrededor de 1500 m., marcan la separación entre la provincia de León y la de Zamora.
La fachada posterior da a un pequeño huerto sin uso. En la planta baja, el muro de mampuesto de piedra cuenta con un pequeño hueco para iluminar y ventilar la bodega almacén que continúa al establo. En la planta alta, el cerramiento pasa a realizarse mediante un encestado sujeto a los pies derechos de madera que han quedado vistos y protegido con barro, cal y paja. Una pequeña ventana de madera, de dos hojas, sirve para iluminar un dormitorio.
La casa estudiada forma parte de una alineación de viviendas situada en la calle Real. Tiene dos accesos, uno en planta baja destinado al paso de animales y productos o útiles del campo. A la vivienda situada en la planta alta se accede a través de una escalera en fachada y tiene una pequeña galería protegida con maderas en su fente y un encestado en su lateral. La chimenea que destaca en su cubierta pertenece al hogar de la cocina.
Debido a las dificultades de su orografía, la comarca estuvo prácticamente aislada durante siglos. De hecho, hasta mediados del siglo XX, sus pueblos apenas tuvieron relaciones comerciales con otros territorios y la economía de sus habitantes era de mera subsistencia, basada prácticamente en la agricultura y en la ganadería a muy pequeña escala. En Villar del Monte se cultivaba el lino y el centeno (el trigo no prospera debido al clima), alguna fruta, además de plantaciones habituales en pequeños huertos de apoyo a la alimentación de la familia propietaria (patatas, berzas, etc). Para el arado se utilizaban bueyes, mientras que el transporte se realizaba mediante carros tirados por los propios bueyes o por burros. También había cría de ovejas y cabras, pero en pequeños rebaños.
El terreno no cultivado estaba cubierto principalmente por robledales, madera que se empleaba para la construcción. En el siglo XIX se talaron grandes superficies de roble para proveer de traviesas a las vías del tren de toda la península. También había pinos, nogales, castaños, manzanos silvestres, etc.
La población de la Cabrera se redujo considerablemente durante la segunda mitad del siglo pasado. La emigración tuvo como destinos mayoritarios Madrid, Barcelona y países como Alemania o Francia. Además, los habitantes que quedaron tendieron a concentrarse en las poblaciones de mayor tamaño. En el caso de Truchas, municipio al que pertenecen Villar del Monte y doce núcleos más, la población total era de alrededor de 2.700 habitantes hasta 1960, quedando reducida a 504 vecinos en 2010. Villar del Monte conserva hoy gran parte de su patrimonio arquitectónico y etnográfico precisamente a causa de la escasa actividad constructiva que se deriva de tan brutal pérdida de población, que parece haberse estabilizado en la comarca gracias al auge de las canteras de pizarra para construcción, material que se exporta a todo el mundo y constituye la actividad económica principal y casi exclusiva hoy en la comarca.
El interior de un edificio de vivienda.
Durante la visita a Villar del Monte, realizada en el año 1.996, se tuvo acceso a un edificio de vivienda que se encuentra en la calle Real, y cuya parte trasera da a las tierras de labor situadas en la parte más baja del núcleo de población. Se incorporan a este trabajo varias fotografías de su interior, advirtiéndose que éste no se hallaba en uso cuando fue visitado, motivo por el cual los muebles aparecen descolocados y algunas habitaciones llenas de objetos almacenados.
De igual manera que la gran mayoría de viviendas de Villar del Monte, se trata de un edificio de dos alturas, estando la planta baja destinada a almacén, establo y bodega y la planta alta a vivienda. La baja consta de dos piezas. La primera, que se sitúa paralela a la calle y que tiene acceso directo desde ésta mantiene aún la función de establo y de almacén. No tiene otra ventilación ni entrada de luz de la calle que no sea a través de una ventana situada en la misma hoja de la puerta. El paso a la dependencia del fondo se separa de la zona propiamente dedicada a los animales mediante una división realizada con ramas de árbol. La segunda dependencia alberga una pequeña bodega, sin mayor comunicación con el exterior que un pequeño hueco practicado en el muro.
La pieza más importante de la planta alta es la cocina. En ella, además de elaborar los alimentos, se comía y se vivía. Todo ello en un espacio de apenas 4,00 m de largo y 2,40 m de ancho. Es paso obligado al resto de la casa. A ella se accede desde el exterior por medio de una escalera de piedra cuyos tres últimos peldaños se realizan en madera, norma general para el resto escaleras de Villar del Monte. Los forjados son de vigas de madera que sujetan las tablas que son su suelo. En la zona más cercana al horno, la madera del suelo se protege del fuego mediante unas losas de piedra sobre las cuales se hace la lumbre para calentarse y cocinar. Sobre estas piedras se sitúa la campana de la chimenea que recoge los humos. La campana parece ser un elemento añadido al edificio original, debiendo de haber servido para la salida de humos la misma ventana que da a la calle.
La vivienda dispone de dos dependencias más en planta alta. Se trata de dos dormitorios, el primero de ellos se separa de la zona del hogar mediante una división interior realizada con un encestado recubierto de barro con paja. En ella se practica un reducido hueco para facilitar el paso de luz a su interior. Las paredes de todo el interior de la vivienda se encuentran pintadas con cal por motivos de higiene.
Al segundo de los dormitorios se accede a través de una puerta que abre al primero. El forjado de este segundo dormitorio está tres escalones más bajo que el resto de la casa, debiéndose esto a la necesidad de mantener la inclinación de la cubierta en la ampliación a la que este dormitorio (y la bodega que en planta inferior hay bajo él) parece responder. La construcción del muro que desde esta zona da a la parte trasera se realiza mediante piedra en la parte inferior y encestado en la superior, estando el resto del edificio realizado en muros de mampuesto piedra, de mayor tamaño en sus esquinas, excepto en la pequeña galería en voladizo a la calle, que se cierra mediante tabla.
La cubierta está hecha con vigas de madera y losas de pizarra apoyadas sobre ramas y tablas. El humo mancha todo su interior. Antiguamente las cubiertas eran de paja, no tenían chimenea y el humo del hogar mantenía flexible y protegida a la paja del ataque de insectos y de la acción de la humedad.
Planta alta, dedicada a vivienda. Tanto su tamaño como su programa son mínimos, propios de una economía de subsistencia. Las dimensiones totales son de cuatro metros de ancho y algo más de ocho de largo. Unos 32 m2 de superficie donde se reparten un pequeño hogar con cocina y horno y dos cuartos utlizados como dormitorios.
Sección del edificio. La altura libre del establo es de 3,00 m, mientras que la vivienda tiene una altura de 2,30 m en el apoyo de los pares de cubierta en los muros y de 3,00 m en su punto más alto, bajo la cumbrera. El dormitorio cuya ventana abre al huerto posterior tiene unas alturas comprendidas entre 2,80 y 1,30 m.
Planta baja, dedicada a establo y bodega almacén.
El sistema constructivo de esta vivienda es similar al del resto de edificios: muros de carga de mampuesto con huecos escasos y pequeños mientras que otros cerramientos se aligeran empleando tablas o encestados. Los forjados son de vigas de madera de roble y tablas, y la cubierta es de madera y pizarra, que sustituyó a la paja en el siglo XIX. Muy pocos materiales de construcción, pero perfectamente destinados cada uno a la labor que le era encomendada. Ello se debe a que eran muy escasos y estaban limitados a los propios de la zona. Buena muestra de ello fueron los testimonios de distintos vecinos que habían colaborado en trabajos de construcción entre 1920 y 1940 afirmando que, por ejemplo, se evitaba en lo posible el uso de clavos metálicos debido a las dificultades existentes para conseguirlos.
Otra fotografía de la cocina, con la pequeña ventana que comunica con uno de los dos dormitorios que forman el resto de la zona habitable, a los que se accede a través de un pasillo. El retrete de esta vivienda consistía en un agujero practicado en el suelo de la cocina, cerca de la puerta de entrada, que permitia dejar caer la suciedad al establo que hay en la planta baja. Las paredes, encaladas por motivo de higiene y aspecto, están manchadas de humo en su parte más alta. Antiguamente estas casas no tenían chimeneas.
El suelo del interior de las viviendas se compone de tablas de madera. Además del horno de la esquina, la cocina cuenta con un lugar preparado en el suelo donde hacer lumbre y sobre el que colgar ollas para cocer alimentos. Unas losas de piedra protegen esta zona del suelo del fuego. Los muebles de la pieza son dos sencillos bancos de madera y una mesa. Colgados del techo, ganchos para sujetar ollas y palos dispuestos horizontalmente para colocar embutidos o utensilios de cocina.
Arriba, dos imágenes de la parte inferior de la cubierta, con todos los elementos de su estructura vistos, tal y como se ven desde la vivienda. El humo del fuego que se utilizaba para cocinar o calentarse se escapaba a través del material de cubrición de ésta, al carecer de chimenea, protegía a las maderas o a la paja frente a la pudrición y los insectos.
Pequeña escalera en el interior de la vivienda, de tres peldaños formados con pisas y tabicas de tabla, para comunicar el dormitorio posterior con el resto de la casa.
Dormitorio contiguo a la cocina, situada tras la pared donde abre un pequeño hueco a través del que se ventila e ilumina.
Situado al fondo del establo se encuentra un pequeño almacén en el que guardan aperos de labranza, barriles con vino y otros enseres.
Dormitorio posterior. Las paredes de la vivienda se encalan en su totalidad por motivos higiénicos, no habiendo restos de ningún tipo de decoración.
Establo en planta baja. La paja cubre el suelo de tierra. El calor de los animales que aquí se guardaban contribuía a calentar la vivienda superior.
En cuanto a las carpinterías empleadas en las casas del pueblo, se utiliza la madera para su ejecución, elaborada de una manera muy sencilla pero robusta. Así, por ejemplo, las puertas más grandes, para permitir el paso de carretas, se realizan con dos hojas ciegas del mismo tamaño fabricadas con tablas verticales de distinto ancho sobre un bastidor visto desde el interior. A veces estas tablas no cubren toda la altura del bastidor de las hojas y pemiten el paso de la luz a través de un hueco que se cierra con palos de madera colocados a unos diez centímetros de distancia unos de otros.
Las puertas de menor ancho, que se utilizan para acceso a almacenes o a viviendas, cuentan con una única hoja ciega también realizada con tablas de distintos anchos colocadas verticalmente sobre su bastidor, también visto sólo desde el interior. En ocasiones, las puertas se dividen en dos partes, superior e inferior, que permiten la apertura de la misma para iluminar o ventilar a la vez que impide el paso de animales desde el exterior. No suelen estar decoradas aunque pueden verse algunas cruces o símbolos similares en sus dinteles de madera realizadas mediante vaciado. Es frecuente la utilización de clavos de forja con la cabeza redondeada tanto en portones como en puertas, para sujetar las tablas al bastidor, aunque en el momento en el que se realizó el estudio aún quedaban puertas realizadas con espigas a modo de clavos de madera.
Son muy numerosos las cerraduras y cerrojos de madera que se colocan en el exterior de las puertas tanto de edificios auxiliares como de viviendas. Consisten en un sencillo pero eficiente mecanismo que no permite su apertura si no es mediante una llave, consistente en una tablilla de madera rectangular en la que se ha tallado una serie de dientes y que se introduce por un lateral de la cerradura. Algunas cerraduras se decoran con dibujos geométricos elementales, como aspas o cruces recuadradas rayadas con un punzón.
Los tiradores son siempre muy sencillos. Pueden ser de madera, fijando perpendicularmente a la hoja un palo redondo y liso, con la cabeza redondeada. También hay tiradores de forja, como anillas -muy habituales- o lazos realizados con cuadradillos retorcidos. En la fotografía de la izquierda se emplean como tiradores dos cucharas de metal clavadas sobre la tabla.
En las plantas bajas de los edificios de vivienda -destinadas a establo o almacén- y en los edificios auxiliares se emplean ventanucos. Los de menor tamaño quedan abiertos y si se cierran se emplea una tabla ciega. Cuando son de mayor tamaño, se protegen son rejas muy sencillas hechas con redondos o cuadradillos de hierro forjado o con pequeños palos de madera.
Las ventanas empleadas en las viviendas son de tamaño reducido, en huecos de proporciones cuadradas o algo verticales. Para su ejecución, al igual que en el caso de puertas y ventanucos, se emplean dinteles, jambas y bases de maderos cuadrados, bastante gruesos. Tanto los dinteles como las bases son de bastante longitud, quedando vistos a ras del mampuesto y sin mayor protección. En algunas ventanas se utilizan piedras labradas, aunque sin adorno, para realizar su hueco. Sus carpinterías suelen consistir en dos hojas abatibles de igual dimensión. Aunque quedan ejemplos de hojas ciegas, sin cristal, realizadas con cuarterones o con tabla, muchas utilizan el cristal dividido verticalmente en dos o tres piezas en hojas hechas con listones de madera.
Cerradura de madera y tiradores hechos con cucharas.
Puerta de una sola hoja, realizada también con tablas de distinto ancho colocadas verticalmente sobre un bastidor interior que se adivina por la posición de los clavos.
Ventanuco de madera con protección consistente en un redondo de hierro forjado colocado verticalmente al ques e han añadido varios palos en horizontal.
Puerta de acceso en planta baja, realizada con tablas de madera y dividida verticalmente en dos alturas. En su parte inferior, un rebaje sirve como gatera.
Los hornos son elementos muy importantes en la arquitectura popular de La Cabrera, habiendo un buen número de ellos en todos los pueblos. En el caso de la vivienda estudiada, cuenta con un pequeño horno interior situado en una esquina de la cocina. Se utilizaban principalmente para hacer el pan de centeno, que se amasaba en la misma estancia. En viviendas de mayor tamaño los hornos son de mayor entidad, debiendo quedar en su exterior, adosados, por los lógicos problemas de falta de espacio de las casas.
Es importante recordar que los hornos comenzaron siendo comunitarios en los pueblos de la Cabrera Alta. Con el tiempo, se fueron abandonando lo de uso común, construyéndose en muchas viviendas hornos de barro adosados a su exterior y de tamaño suficiente para hacer varias hogazas de pan a la vez. Al ser un añadido, el horno es una pieza grande y pesada que se sitúa en el voladizo de fachada, debiéndose éste reforzar muchas veces con tornapuntas de madera. Otras veces el horno se apoya en el terreno mediante un recrecido de mampuesto que lo eleva hasta el nivel de la cocina. En este útimo caso, habitualmente se aprovecha un punto del terreno con mayor altura que ahorre material y trabajo. Los hornos siempre se protegen de la lluvia con un sencillo tejadillo a un agua que puede ser el de la propia galería en el caso de que se construya en ella o puede ser un tejadillo independendiente si el horno se apoya en el suelo.
Normalmente de planta semicircular, están construidos con mampuesto pequeño de lajas de pizarra cuyo diámetro va disminuyendo con la altura de tal manera que se remata de una manera parecida a una cúpula semiesférica algo apuntada, aunque no trabaje como ella. En ocasiones, el horno se aligera empleando adobes o ladrillos a partir de una determinada altura, quedando la piedra para su base. El mampuesto o los adobes se rejuntan minuciosamente tanto interior como exteriormente con un mortero de barro para evitar pérdidas de calor, aplicando sobre el conjunto un revoco del mismo material que contrasta con la piedra de fachada.
La unión de la fábrica del muro con la del propio horno se realiza con dificultad ya que, cómo se ha dicho anteriormente, el horno suele ser un añadido. Apenas se emplean piezas de unión, resolviendo el encuentro de la fábrica plana del muro con la curva del horno de una manera bastante tosca que posteriormente queda tapada con el revoco.
En las imágenes que acompañan a estas líneas se pueden observar los detalles de un horno adosado a una vivienda del pueblo distinta a la estudiada, en el muro de fachada de su cocina, apoyado en su corredor de la planta alta. La boca del horno, llamada buqueira, realizada en dicho muro, sirve para introducir el matorral seco (habitualmente brezo) y la leña que se queman para calentarlo. El suelo del horno está a la altura de la buqueira, quedando bajo él la borralleira, donde se recoge la ceniza o borralla. Una vez caliente el horno y apartados los rescoldos hacia los laterales, se introducían las hogazas amasadas con harina de centeno y se procedía a su cocción.
Abertura del horno, también llamada buqueira, practicada en el muro de la cocina mediante cuatro piedras de mayor tamaño que su mampuesto. Se puede observar la continuidad en altura del suelo del horno con la piedra inferior de la buqueira y el mortero de barro que cubre completamente el interior. En algunas ocasiones, la boca del horno no abre a la cocina y lo hace al corredor.
El mismo horno, visto desde la galería que lo sujeta y protege de la lluvia con su tejadillo.
Horno en galería exterior, construido como un añadido adosado al muro tras el que está la cocina.
Detalle del horno anterior, con un tornapuntas reforzando el voladizo sobre el que se apoya.