Auxiliar. Molino de La Mallada. Aciberos, Lubián, Zamora.
Los marcados desniveles del terreno sobre el que se asienta Aciberos favorecieron la construcción de molinos, que aprovechaban la fuerza del agua. Construido en el siglo XV, este molino harinero utiliza la de un pequeño arroyo que cruza este pueblo de la Alta Sanabria, pedanía de Lubián, completamente rodeado por bosques de robles, brezos y castaños.
Cárcavo del molino de agua con el eje vertical y el rodezno. El agua sale del molino al socaz una vez utilizada y de éste vuelve al arroyo
Vista del molino desde la plaza, con la puerta de acceso de madera desde ésta, la cubierta a dos aguas y el tosco arco rebajado que permite la vista del cárcavo.
El molino se encuentra en la calle Larga, en un ensanchamiento conocido como plaza de la Mallada. El pueblo cuenta con otros dos molinos antiguos y varios hornos de pan.
Se trata de una pequeña construcción, en pendiente, de planta rectangular y muros de mampostería de granito, de unos cuarenta centímetros de espesor. Unos sillares apenas labrados refuerzan las esquinas. Tiene una cubierta de dos faldones y cumbrera perpendicular a la fachada de acceso, realizada mediante una viga de madera apoyada sobre los hastiales y un tablazón sobre correas apoyados sobre aquella y los muros. La cobertura es de lajas de pizarra, que vuelan unos treinta centímetros respecto al cerramiento.
Tiene su acceso desde la plaza, por uno de sus laterales, a través de una puerta de madera bajo dintel de piedra a la que se llega subiendo varios escalones. El interior del molino no está compartimentado y aloja la maquinaria y las muelas de granito.
Bajo éstas se encuentra el cárcavo, hueco que aloja al rodezno, rueda hidráulica con paletas curvas (álabes) y eje vertical. Ambos son visibles desde la plaza a través de la salida al socaz (cauce a continuación del molino), formada por un arco de rebajado de dovelas de granito toscamente labradas. En otros molinos, la salida al socaz se resolvió mediante un dintel de piedra.
El eje se apoya en su extremo inferior en una viga transversal de madera llamada puente mediante un quicio o quiñonera, y en su extremo superior en el hueco pasante de la muela fija o solera. Sobre este vástago, y por encima de la muela fija, se encastra la muela volandera.
La canaleta que conduce el agua por el interior del molino desde la compuerta de entrada al edificio, situada en su parte trasera tras el caz o canal que la recoge desde el cauce del arroyo, hasta los álabes se llama bocín. El extremo final del bocín recibe el nombre de bocabocín. La fuerza del agua proyectada desde éste último sobre los álabes del rodezno hace que giren el vástago y la muela volandera y funcione el molino.
El molino de la Mallada reúne las características del molino sanabrés: pequeñas dimensiones, planta rectangular, muros de piedra poco labrada, sin apenas ventanas y el uso de una cubierta de pizarra. Era habitual que la propiedad fuese compartida entre varios campesinos que, a su vez, cuidaban de su mantenimiento y se turnaban en su uso ■
Lateral del molino. Si no se recoge en el caz para ser utilizada, el agua corre por un canal exterior hasta el socaz.
Detalle del cárcavo del molino con el rodezno, su eje vertical y las dos vigas en que apoya. Se observa el bocabocín apuntando a los álabes del rodezno.
Arco rebajado de dovelas de granito, con el cárcavo y los componentes de la parte hidráulica del molino en su interior.