Arquitectura militar. Torre de Comte o d´en Rovira. San José, Ibiza, Islas Baleares.
El sistema defensivo de las Islas Pitiusas estaba compuesto, además de las murallas de la ciudad de Ibiza, por un conjunto de torres de defensa de la costa, torres prediales e iglesias fortificadas. Protegieron el territorio de las islas de los ataques de los piratas turcos y musulmanes y, en ocasiones, de las flotas francesas, británicas y holandesas.
Puerta de acceso original de la torre, en su segunda planta. Sobre ésta permanecen las cuatro ménsulas del matacán defensivo, a través de las que los defensores lanzaban piedras u otros objetos para impedir que quienes intentaban tomar la torre pudieran hacerlo.
Alzado sur de la torre. La puerta de planta baja no es original.
Las torres de defensa ubicadas en el litoral tenían su antecedente en las atalayas que se situaron en las cimas costeras durante la Edad Media. Se trataba de una serie de edificaciones militares que se construyeron entre los siglos XV y XVIII. Su fin era vigilar la aparición de naves de piratas sarracenos, que se dedicaban a destruir y saquear los poblados de la costa, apresando a sus habitantes para la trata de esclavos. Cuando las naves corsarias eran divisadas durante el día se anunciaba su presencia mediante un código de señales de humo y, por la noche, mediante hogueras. Para que fuera visible desde lejos, el fuego se hacía directamente sobre la plataforma de cubierta, y a veces se empleaba una estructura semejante a una jaula de hierro colgada, que en ocasiones podía hacer funciones de faro.
Había también torres de defensa prediales, concebidas por iniciativa estatal y utilizadas por los habitantes de los predios localizados en las zonas producción agrícola y que, normalmente, se integraban en las casas payesas. Su función principal no era la de vigilancia ni la de bastión desde el que hacer frente a un ataque, sino la de dar refugio a los habitantes del campo y a sus bienes durante el breve espacio de tiempo que solían durar los ataques.
Complementaban a éstas las torres de defensa de las iglesias. Era habitual que las iglesias de las Pitiusas estuvieran fortificadas para su defensa e incluyeran pozos o cisternas de agua.
Plantas, alzados y secciones de la torre de Punta Prima, en San Luis, Menorca, de la misma época y diseño que la torre de Comte.
Durante el siglo XVIII, bajo el reinado de Fernando VI y principalmente de Carlos III, se levantaron catorce torres costeras dentro de un sistema defensivo en todo el litoral. Se situaron en puntos estratégicos de la costa de Ibiza y Formentera, formando una red que permitía establecer comunicación visual entre ellas. La mayoría de ellas estuvo en uso hasta el siglo XIX. Dentro de las construidas en este último período se encuentra la torre objeto de este artículo.
Uno de los alzados laterales de la torre, con los refuerzos del muro de mampuesto mediante seis “nervios” de sillar. El hueco posterior no es original.
Alzado este de la torre, con los cordones como único adorno del cuerpo, a modo de impostas a la altura de sus niveles interiores.
Durante el siglo XVIII, bajo el reinado de Fernando VI y principalmente de Carlos III, se levantaron catorce torres costeras dentro de un sistema defensivo en todo el litoral. Se situaron en puntos estratégicos de la costa de Ibiza y Formentera, formando una red que permitía establecer comunicación visual entre ellas. La mayoría de ellas estuvo en uso hasta el siglo XIX. Dentro de las construidas en este último período se encuentra la torre objeto de este artículo.
La Torre de Comte o d´en Rovira, se encuentra en la punta de Rovira, en una plataforma rocosa a doce metros sobre el nivel del mar, rodeada de pinares, en el extremo sur de la bahía de San Antonio, en la parroquia de San Agustín del municipio de Sant Josep de sa Talaia (Ibiza). Proyectada por el ingeniero Juan Ballester alrededor del año 1756, durante el reinado de Fernando VI; se construyó bajo la dirección del también ingeniero García Martínez en el año 1763, ya con Carlos III como rey.
Se levantó para proteger la costa oeste de Ibiza entre la Iglesia de San Antonio y la Torre des Savinar. Se la consideraba de gran importancia porque desde ella era posible vigilar los islotes del Bosque, del Esparto y la isla de Conejera, lugares donde se escondían los piratas musulmanes, aunque no consta que esta torre participara en ninguna acción defensiva importante. También servía de protección al vecino puerto de San Antonio.
De mayor tamaño que otras torres de vigilancia costera, consta, como la gran mayoría de las construidas en su época, de un único cuerpo de forma troncocónica. Sus gruesos muros se ejecutaron con mampuesto de piedra caliza y mortero de cal, empleándose también sillares para reforzar algunas partes (habitualmente, seis tramos verticales a modo de nervios) y en las franjas verticales en que se encuentran los huecos. Tiene alrededor de nueve metros de altura y está dividida en dos plantas. La puerta de acceso original se encuentra en el piso superior, a cinco metros de altura, al que se accedía desde el exterior a través de una escalera portátil que posteriormente se retiraba en caso de ataque. Desde allí se llega al piso inferior (planta baja) por una escalera y a la plataforma de cubierta superior por una escalera más pequeña, de caracol. Exteriormente presenta dos cordones horizontales de adorno a modo de impostas: uno a la altura del primer piso y el otro en la unión de su cuerpo con el parapeto que protege la cubierta. La planta alta del edificio se cubre con una bóveda semiesférica de sillares, mientras que la planta baja de este tipo de torres solía cubrirse con una bóveda que apoyaba en un pilar central y en los muros perimetrales. La torre alojaba dependencias de almacén y polvorín en planta baja y estancia para los torreros.
Sobre la vertical de la puerta de acceso, y para proteger ésta, se construyó un matacán del que hoy quedan sus cuatro ménsulas. La función del matacán no era otra que la de atacar al enemigo que intentara acceder a la puerta de entrada lanzándole piedras, materiales ardientes u otro tipo de proyectiles a través de los huecos existentes entre las citadas ménsulas.
A principios del siglo XIX la torre aún poseía artillería y en los momentos de mayor peligro llegaba a tener hasta ocho soldados al cargo. En el siglo pasado fue habilitada como vivienda sin que fuera alterado excesivamente su aspecto externo ■
Fachada de la torre que da al mar, con dos huecos practicados en uno de los nervios verticales tras la pérdida de su carácter defensivo.
Vista del mar desde la posición de la torre, con algunos de los islotes que vigilaba y la isla Conejera a la izquierda de la imagen.