Arquitectura civil. Ruinas del Palacio Real de Valsaín. La Granja, Segovia.
Los restos del Palacio Real de Valsaín, también conocido como la Casa del Bosque, están situados en el valle del mismo nombre de la cara norte de la Sierra de Guadarrama, en la provincia de Segovia. Valsaín fue durante la Edad Media un lugar de caza reservado para los reyes de Castilla, dada su riqueza cinegética de la zona y la proximidad a la ciudad de Segovia. Sumado esto a que el paso tradicional entre las dos mesetas se realizaba a través del puerto de la Fuenfría, sus bosques, principal seña de su identidad, cuentan con numerosos vestigios históricos y arqueológicos.
El Palacio de Valsaín, en 1562. (Anton van der Wyngaerde. Biblioteca Nacional, Viena) Vista del palacio desde el oeste. Se aprecia la introducción de las cubiertas de pizarra, a la flamenca. La torre sudeste se encuentra prácticamente finalizada mientras que en la sudoeste se trabaja en su chapitel. Los aserradores, los chamizos de los obreros, los carros de transporte y la escalera señalan una intensa actividad constructiva. Se puede observar una grúa de mástil giratorio, con una rueda independiente al lado.
El origen del topónimo Valsaín no está claro, discutiéndose su procedencia celtibérica, romana, árabe o incluso situándolo al comienzo de la reconquista de la comarca. Por crónicas castellanas se sabe que ya era conocido como lugar de caza en época de Alfonso XI (1311-1350), levantándose una primera construcción cerca del río Eresma que fue ampliada en época de Enrique III (1379-1406) y Juan II (1405-1454). El hijo de este último, Enrique IV (1424-1475), convirtió la construcción en una fortaleza mudéjar, cercando los montes y realizando otros edificios menores, entre los que se encontraba una casa en la cercana ermita de San Ildefonso, origen del futuro Palacio de La Granja. Durante el reinado de los Reyes Católicos y hasta el de Carlos I, Valsaín no tuvo un uso tan constante como en épocas anteriores, dada la intensa actividad política que aquellos mantuvieron en España y en Europa, respectivamente.
Fue a mediados del siglo XVI cuando Felipe II (1527-1598), aún príncipe, escogió Valsaín para construir un espléndido palacio flamenco, influido por el viaje que había realizado poco antes (1548-1551) por los dominios de su padre, el emperador Carlos, entre los que visitó Génova, el Milanesado, el Tirol, los Países Bajos o Flandes, donde quedó deslumbrado por sus característicos palacios y villas con numerosas torres y cubiertas de pizarra.
Concebido como un lugar de descanso y recreo, en junio de 1552 comenzaron los trabajos en el palacio, concluyéndose diez años después; la Corte ya estaba instalada en Valsaín en septiembre de 1562, convirtiéndose en costumbre el pasar por allí en otoño. Las obras no conservaron apenas elementos del antiguo edificio medieval. El trazado inicial del núcleo del palacio en torno al patio real fue encargado por Felipe a Luis de Vega, arquitecto que, junto a Covarrubias, había formado el núcleo del taller real del emperador Carlos V, participado en las obras de los Alcázares de Sevilla, Toledo y Madrid, en Aranjuez, en la Casa de Campo de Madrid y en el palacio de El Pardo. Las obras fueron continuadas por su sobrino, Gaspar de Vega, como arquitecto y maestro mayor.
Planta del Palacio realizada por Pedro de Brizuela (1555-1631), reflejando su estado tras las obras realizadas por Felipe II. Se indican las principales dependencias del sitio sobre la planta dispuesta con la misma orientación de las imágenes que se muestran en el artículo. El norte está a la izquierda de la imagen.
Tanto el diseño como su ejecución se realizaron bajo la supervisión directa de Felipe II, quien se hacía informar detalladamente de la marcha de los trabajos, comentando y corrigiendo las soluciones adoptadas mediante anotaciones de su propia mano en planos y documentos. Gaspar llegó a acompañar al rey en su viaje a Inglaterra en 1554, yendo después con él a Flandes para conocer la arquitectura flamenca que admiraba Felipe y volviendo a España en 1556.
Al conjunto se llegaba por su lado oeste, donde había una explanada de acceso, enlosada, a la que se llegaba desde la calzada que cruzaba el bosque de Valsaín. Hay que recordar que el paso de la sierra entre Madrid y Segovia se realizaba en aquella época a través del puerto de la Fuenfría, no existiendo el actual paso de Navacerrada, cuya carretera discurre hoy por el lado este del palacio.
El núcleo del palacio se desarrollaba en torno a un gran patio cuadrado, el patio real, que estaba rodeado por dos plantas de galerías con arcos de medio punto sobre columnas. En la planta baja de este cuerpo central se encontraban una amplia cocina, varios salones y la sala baja de Estado para acoger los distintos actos oficiales que debían celebrarse, además de una capilla. En la planta alta de este cuerpo, y siguiendo el esquema habitualmente empleado en la corte de los Austrias españoles, se hallaban las dependencias del rey y de la reina a ambos lados de un eje que marcaba el conjunto; en este caso, muy probablemente, las habitaciones del rey se situaban en el lado norte, mientras que las de la reina lo hacían en el lado sur, con vistas al jardín del mediodía; completaban esta planta noble las galerías de San Quintín y de los Espejos, además de los cuartos de poniente y del cierzo.
El Palacio en época de Felipe IV, según detalle de un lienzo de Martínez del Mazo de alrededor de 1650 que se conserva en San Lorenzo. Se advierten las adiciones ordenadas por Felipe III y ejecutadas por Gómez de Mora, construyendo un ala izquierda con una nueva torre para centrar la arquería de acceso, que se remarca cerrando la terraza que la cubría con un cuerpo rematado con dos chapiteles.
A este núcleo de doble crujía se añadió, por expreso deseo real, un cuerpo de fachada en su lado oeste consistente en un pórtico de siete arcos en planta baja (aún existente) que conformaba el acceso principal, sobre el que había una amplia terraza con vistas a la explanada enlosada y a los montes del entorno. También se añadió un ala con galería baja en su fachada sur. Es importante resaltar que ni el eje de la fachada principal ni el de la galería coinciden con los ejes del patio real, quedando totalmente descentrados, al igual que la escalera principal que también hay en el patio, junto a la que se construyó una torre, la del reloj, que remarcaba la irregularidad del inmueble.
Posteriormente, durante el reinado de Felipe III y bajo la dirección de Juan Gómez de Mora, se modificó la fachada de acceso, cerrándose la terraza que había sobre la arquería de entrada con un cuerpo de ladrillo, con ventanas rectangulares separadas por pilastras y unidas por una balaustrada, que se cubrió con dos chapiteles. También se prolongó la propia fachada principal hacia el norte, con el fin de centrar la entrada, creando un ala que se remataba con una nueva torre similar a la del reloj. La modificación de esta zona estaba concluida alrededor de 1626, después de la muerte del rey.
La misma imagen, con la planta superpuesta del palacio.
Imagen aérea de la zona ocupada por las ruinas de Valsaín.
El cuerpo de entrada en 1906. Se aprecian los restos de la Torre del Reloj, gran parte de la fachada principal y, al fondo, la Torre Nueva.
La fachada este en 1906. La Torre Nueva aún conservaba su cubierta. Las dos fotografías pertenecen al Fondo Goñi del Archivo de la Imagen de Castilla La Mancha
Además del núcleo, el palacio contaba con un jardín privado, llamado de la reina o del mediodía, al que se accedía desde la galería sur antes citada. Cerrado por fachadas al norte y al este y por tapias de unos seis metros de altura, ciega la de su lado oeste y calada con ventanales la de mediodía. La fachada este, de dos plantas, con una galería abierta al jardín en planta baja que continuaba la del cuerpo central de palacio, terminaba en una gran torre, la torre nueva, en una de las esquinas del conjunto. Por encima de las tapias corría un paso de dos metros de ancho protegido por barandillas de hierro. El diseño del jardín, muy probablemente realizado por el propio rey, era claramente geométrico. En su interior, los parterres se disponen en cuadrantes fragmentados por calles, donde se ubican dos fuentes conocidas como “burlas” de estilo manierista.
Junto al palacio y al jardín, Valsaín contaba con un gran patio en su lado oeste, cuadrado, que se utilizaba como auxiliar de caballerizas y para organizar festejos de toros y se le conoce como patio de caballerizas o de las vacas. Tenía su acceso a través de una gran portada a la rústica, copia de la ofrecida por Serlio en su Libro IV, que lo comunicaba directamente con la lonja. Cerrando su lado oeste se encontraba la Casa de Oficios, que constaba de dos plantas y tenía dos torres, una en cada extremo. En la baja estaban situados los establos y las caballerizas. En la planta primera y en el bajocubierta se alojaba el personal de servicio.
Separado el patio de vacas en su lado este del Jardín de la Reina por una de las tapias sobre las que corría el paso protegido que permitía a la Corte, mediante un recorrido elevado al que se accedía desde la planta principal del palacio por la torre nueva, presenciar los espectáculos al prolongarse por encima de sus cerramientos formando un ensanchamiento a modo de tribuna que también tenía acceso desde el extremo sur de la fachada principal y desde una balconada de piedra de la Casa de Oficios que cerraba el patio por su lado oeste.
1987, Interior de la arquería de acceso. Las bóvedas de ladrillo, hundidas a principios del siglo XX, se apoyaban directamente sobre las dovelas de los arcos.
Exterior de la arquería de entrada con sus arcos apoyados sobre columnas superpuestas a pilares de sección cuadrada.
Casa de Oficios, hoy convertida en viviendas muy modificadas por sus actuales propietarios. En primer término el muro que separaba la Lonja del Patio de Vacas.
1987, Detalle del muro interior de la arquería con uno de los dos ojos de buey que iluminaban el interior. El suelo original está a unos dos metros de profundidad.
Torre Norte de la Casa de Oficios. El balcón de la derecha se utilizaba para acceder a la tribuna situada sobre la entrada al Patio de Vacas.
Portada de acceso al Patio de Vacas desde la Lonja, basada en un grabado de Serlio. Sobre ella había una tribuna desde la que se veían los festejos.
Los muros de Valsaín están realizados con fábricas de ladrillo y piedra en recercados de huecos, esquinas, pies derechos e impostas, siguiendo el modelo de Flandes y de zonas del norte de Europa en que se empleaba la arcilla roja y aplantillada. Incluso se trajeron ladrillos para hacer algunos elementos puntuales. La proporción de vanos domina sobre partes ciegas, especialmente en la torre nueva, pauta que sigue todo el palacio, excepto las dos torres de la fachada principal y la casa de oficios, tratada, lógicamente, con mayor sequedad.
En las cubiertas de Valsaín es donde Gaspar de Vega, por decisión de Felipe, va a emplear las soluciones flamencas más evidentes. En carta fechada en 1559 y con la decisión de utilizar pizarra ya tomada, Felipe II escribe desde Bruselas: “Decís que si no fuese por la mucha costa, sería bien cubrir todos los tejados de la casa del Bosque de planchas de plomo, porque a causa de los grandes vientos y nieves que cargan, por mucho cuidado que se tenga de retejar, siempre ha goteras. Demás de la costa hay en estos dos inconvenientes: el uno que el plomo cargaría mucho la casa; y el otro, que el verano la haría muy calurosa, como se tiene por experiencia de lo de acá. Y hame parecido que será mejor hacer los tejados “agros” a la manera de estos estados y cubrirlos de pizarra que como habéis visto son muy lucidos” El rey quería un palacio flamenco con cubiertas de pizarra en faldones más pronunciados.
Este tipo de tejado se monta aquí por primera vez, con oficiales flamencos, tras un ensayo cubriendo las casillas del Bosque. Se construyen chapiteles de estructura de pino y faldones coronados por bulbos en las torres de la Casa de Oficios, además de agujas y torrecillas. Las numerosas buhardillas, la importancia dada a las chimeneas o el uso de muros piñones con escalones de remate en las dos torres mochas del cuerpo este del patio real y en la fachada principal, definen una obra que influirá en la arquitectura posterior.
La Casa de Oficios, vista desde el Patio de Vacas. A la izquierda, la Torre Sur . La altura de la parte central del edificio cuenta con una planta más que en su origen.
Detalle de la portada de acceso al Patio de Vacas. Tanto la portada como el muro se encuentran en mal estado debido a su completo abandono.
Portada de acceso, vista desde el Patio de Vacas. Viendo estas fotografías se duda de la existencia en España de una ley que proteja nuestro patrimonio histórico.
Torre Norte de la Casa de Oficios. Se comprueba la planta añadida a la zona central y el estado general de deterioro del inmueble.
Una vez construido el edificio, la Corte acostumbró a pasar por allí en otoño desde 1562 . En el verano de 1566, la reina Isabel de Valois dio a luz en palacio a la que sería hija predilecta de Felipe II, Isabel Clara Eugenia. Años más tarde, en 1570, Felipe II celebró en Valsaín los festejos de su boda con Ana de Austria. A partir del año siguiente, las visitas reales comenzaron a ser menos frecuentes, dada la edad del rey y que éste ya utilizaba el Monasterio de El Escorial.
Durante el reinado de Felipe III, quien usaba con cierta frecuencia el palacio, se realizaron las obras de ampliación dirigidas por Juan Gómez, citadas anteriormente. Felipe IV mantuvo el uso del palacio debido a su afición a la caza. En 1682, durante el reinado de su hijo, Carlos II, se produjo un violento incendio que, si bien ocasionó daños de fácil reparación y no excesivo costo (lo urgente era recubrir para proteger los interiores de la lluvia, pues sólo ardieron cubiertas y chapiteles, arruinándose la galería abierta a los jardines), significó el comienzo de su ruina.
Los restos de la Torre Nueva, vistos desde su lado norte. Aún están marcadas las pendientes de los faldones de cubierta en el cuerpo anejo a la torre.
Torre Nueva. Cuerpo anejo a la Torre Nueva. Hueco de la antigua puerta que se utilizaba para acceder al paso superior de la tapia que rodeaba el jardín.
Ménsula de apoyo de la cubierta de la galería del lado este del Jardín de la Reina.
Torre Nueva. Detalle de los recercados de los balcones y de la esquina del inmueble.
1987, Torre Nueva. Restos de la estructura interior de muros de carga.
1987, Torre Nueva. Mascarones de adorno en el basamento de su fachada oeste.
1987, un detalle del muro de la galería este del Jardín de la Reina, con su parte inferior de mampuesto y su zona superior de ladrillo.
1987, parte de la fachada este del palacio, con la Torre Nueva a la izquierda (aún conservaba la cornisa) y la zona de la galería del Jardín de la Reina.
Sección del muro de mampuesto, con su núcleo de mortero de cal y arena.
Arco adintelado del muro este del conjunto, con sus dovelas en equilibrio
En efecto, la muerte de Carlos II en 1700 sin descendencia, sumó las complicaciones derivadas de la Guerra de Sucesión que no concluyó hasta 1714. En 1717, Felipe V encargó a su arquitecto Theodoro Ardemans reedificar el sitio. Si bien las obras fueron iniciadas, la decisión de construir el palacio de La Granja de San Ildefonso supusieron el abandono de éstas e incluso el comienzo de su expolio en 1720, cuando se ordenó el traslado desde el Bosque de “balcones y otras piezas de hierro que puedan servir en la Granja de san Ildefonso, porque allí se necesitan”.
Valsaín quedó en ruinas, hundiéndose progresivamente sus distintos componentes. Debido a ésto y a los sucesivos expolios, hoy sólo quedan la estructura de la torre nueva, parte del muro de la galería del jardín de la reina, los arcos de la entrada principal y gran parte del patio de vacas, su portada y la casa de oficios. Desde 1869, las ruinas son de propiedad privada, pero no aparentan contar con grado de protección alguno, a pesar de su más que indudable valor histórico artístico. Su estado de conservación es deplorable, impropio incluso de unas ruinas, ocupando casetas de feria y de peñas la mayor parte de la superficie sobre la que se extendía el antiguo palacio. Las casas de oficios han sido convertidas en viviendas y modificadas hasta llegar a ser apenas reconocibles, mientras que los arcos de la entrada se utilizan para almacenar leña. Un picadero ocupa hoy el patio de vacas, anunciado mediante letras torpemente pintadas sobre las dovelas del arco de acceso, como símbolo de una administración pública ineficaz e incapaz de proteger el patrimonio cultural del país que la mantiene ■
1987, entre la muchas piezas de las ruinas del palacio, se encontraba ésta, perteneciente a una de las fuentes del jardín.
Restos del núcleo del palacio correspondientes a su esquina noreste.
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Fotografías.
Las fotografías tomadas en 1987 han sido obtenidas de la página web de CENEAM-OAPN-Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, siendo realizadas en dicho año por Carlos Valdecantos. Se han empleado debido a que en la actualidad las ruinas del palacio están tapadas por vegetación, mientras que en la fecha en que se hicieron se podían observar perfectamente.